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tena a orgullo no serlo. Esto no obstante, viva en muchos aspectos de un modo
enteramente burgus; tena dinero en el Banco y ayudaba a parientes pobres, es verdad
que se vesta sin atildamiento, pero con decencia y para no llamar la atención;
procuraba vivir en buena paz con la Polica, con el recaudador de contribuciones y otros
poderes parecidos. Pero, adems, lo atraa tambin un fuerte y secreto afn constante
hacia el mundo de la pequea burguesa, hacia las tranquilas y decentes casas de
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El lobo estepario
Hermann Hesse
familia, con jardinillos limpios, escaleras relucientes y toda su modesta atmósfera de
orden y de pulcritud. Le gustaba tener sus pequeos vicios y sus extravagancias,
sentirse extraburgus, como ente raro o como genio, pero no habitaba ni viva nunca,
por decirlo as, en los suburbios de la vida, donde no hay burguesa ya. Ni estaba en su
elemento entre los hombres violentos y de excepción, ni entre los criminales y mal
avenidos con la ley, sino que se quedaba siempre viviendo en los dominios de la
burguesa, con cuyos hbitos, normas y ambiente no dejaba de estar en relación,
aunque fuera antagónica y rebelde. Adems, se haba criado en una educación de
pequea burguesa y haba conservado desde entonces una multitud de conceptos y
rutinas. Teóricamente no tena nada contra la prostitución, pero hubiera sido incapaz de
tomar en serio personalmente a una prostituta y de considerarla realmente como su
igual. Al acusado de delitos polticos, al revolucionario o al inductor espiritual perseguido
por el Estado y por la sociedad poda estimar como a un hermano, pero con un ladrón,
salteador o asesino no hubiese sabido qu hacerse, como no fuera compadecerlos de un
modo un tanto burgus.
De esta manera reconoca y afirmaba siempre con una mitad de su ser y de su
actividad, lo que con la otra mitad negaba y combata. Educado con severidad y buenas
costumbres en una casa culta de la burguesa, estaba siempre apegado con parte de su
alma a los órdenes de este mundo, aun despus de haberse individualizado haca mucho
tiempo por encima de toda medida posible en un ambiente burgus y de haberse
libertado del contenido ideal y del credo de la burguesa.
Lo burgus, pues, como un estado siempre latente dentro de lo humano, no es otra
cosa que el ensayo de una compensación, que el afn de un trmino medio de avenencia
entre los numerosos extremos y dilemas contrapuestos de la humana conducta. Si
tomamos como ejemplo cualquiera de estos dilemas de contraposición, a saber, el de un
santo y un libertino, se comprender al punto nuestra alegra. El hombre tiene la
facultad de entregarse por entero a lo espiritual, al intento de aproximación a lo divino,
al ideal de los santos. Tiene tambin, por el contrario, la facultad de entregarse por
completo a la vida del instinto, a los apetitos sensuales y de dirigir todo su afn a la
obtención de placeres del momento. Uno de los caminos acaba en el santo, en el mrtir
del espritu, en la propia renunciación y sacrificio por amor a Dios. El otro camino acaba
en el libertino, en el mrtir de los instintos, en el propio sacrificio en aras de la
descomposición y el aniquilamiento. Ahora bien, el burgus trata de vivir en un trmino
medio confortable entre ambas sendas. Nunca habr de sacrificarse o de entregarse ni a
la embriaguez ni al ascetismo, nunca ser mrtir ni consentir en su aniquilamiento. Al
contrario, su ideal no es sacrificio, sino conservación del yo, su afn no se dirige ni a la
santidad ni a lo contrario; la incondicionalidad le es insoportable; s quiere servir a Dios,
pero tambin a los placeres del mundo; s quiere ser virtuoso, pero al mismo tiempo
pasarlo en la tierra un poquito bien y con comodidad. En resumen, trata de colocarse en
el centro, entre los extremos, en una zona templada y agradable, sin violentas
tempestades ni tormentas, y esto lo consigue, desde luego, aun a costa de aquella
intensidad de vida y de sensaciones que proporciona una existencia enfocada hacia lo
incondicional y extremo. Intensivamente no se puede vivir ms que a costa del yo. Pero
el burgus no estima nada tanto como al yo (claro que un yo desarrollado sólo
rudimentariamente). A costa de la intensidad alcanza seguridad y conservación; en vez
de posesión de Dios, no cosecha sino tranquilidad de conciencia; en lugar de placer,
bienestar; en vez de libertad, comodidad; en vez de fuego abrasador, una temperatura
agradable. El burgus es consiguientemente por naturaleza una criatura de dbil impulso
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